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un estudio sobre adán coprovich

No es posible seguir sin detenerse

No es posible seguir sin detenerse

Mareado por las olas mira el mar

y el mar no está en ninguna parte, vibra

en su cabeza el mar, y si los ojos

cierra, el mar es el ruido que se fija

en la palabra mar: ni espuma, ni agua,

sólo el rumor del mar que lo marea,

sólo el mar tartamudo que repite

mar, mar, mar, sin dejarle nada más

que el amargo sabor del mar marcado

en la lengua, su mar, su conjugado

verbo mar que concuerda con los modos

impersonales nadie mar, no mar,

nunca mar y se dice totalmente

a sí mismo en la sílaba mar, breve

como la inmensidad del mar que nombra:

mar diurno, mar nocturno, mar que pone

en sus venas la sangre de otro mar

sin dejar de ser nunca el mismo mar

que lo marea, mar que no responde

a poderes terrenos, mar que cambia

su piel de mar y vuelve transformado

en un mar distinto que parece

soñar a otra persona frente al mar

y decirle: yo no soy mar, no soy

nada que pueda proclamarse mar,

ni agua, ni espuma, soy un mar vacío

de la oscura conciencia de ser mar.  (1)

 

(1) Poema de Carlos Schilling.

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